Película Metropolis
Pregunta:
¿Cuál es el ser máquina que afecta nuestras ciudades y cuál sería el impacto en la ciudad inferior y superior?
Es evidente la existencia de este elemento de discordia y aumento de sesgo social no solo en nuestras ciudades sino también a escala global. En un mundo cada vez más interconectado, las “exigencias” en términos de condiciones sociales y económicas se han ido convirtiendo en un despiadado monstruo devorador de los inútiles esfuerzos de muchos que por infortunios de diversa índole, no pueden seguir el ritmo absurdamente acelerado que lleva el mundo.
Siendo más específico sobre eso que simboliza al ser-máquina actualmente en nuestro entorno, se destaca al dinero, más que como cuerpo físico y tangible, como un valor mental y lo que representa. Creadores de un sistema de intercambio práctico y claro nos hemos vuelto víctimas de lo que en un principio aparentemente se encontraba a nuestro servicio. Pero ¿por qué culpar a este ente inanimado que en algún momento nos ha llenado de placer y regocijo? No es cuestión de culpar, sino de reconocer la incapacidad de desligarnos del motor que impulsa al sistema en el que nos desenvolvemos.
Hemos creado una masa semejante al pequeño copo de nieve inicio de la avalancha, imparable hasta tal punto de arrastrarnos con ella sin notar su desastroso recorrido.
Pero si el dinero tiene el potencial de complacer nuestros más extravagantes deseos, impulsar el desarrollo de naciones completas, dinamizar el intercambio no solo económico sino también cultural e incluso llevarnos hasta la luna, ¿por qué hay sectores de la sociedad a los que únicamente les genera desgracia? Su problema no es el de escalar en el “ranking” social, ni vivir de los excesos: es la incapacidad de lograr lo suficiente para seguir con vida, de garantizar por lo menos la subsistencia. Vivimos en un mundo de contrastes, la mayoría de veces sorprendentes y un tanto alarmantes, desde este punto es notoria la función de realce que cumple el dinero en lo que a diferencias sociales se refiere, cómo afecta a la ciudad superior es comparable a cómo lo hace con la inferior. Cabe anotar que la primera representa el punto más elevado de la pirámide, a una distancia considerable de la base (tomada como la ciudad inferior) y con una extensión evidentemente reducida. Son el centro de poder y control, a los que en gran parte la codicia y egoísmo los esclaviza, generando discordia, deslealtad, y desconfianza sumado a una larga lista de aspectos similares.
Por otra parte, los a veces mal llamados desafortunados, esclavos de esta base, de la codicia y egoísmo de los pertenecientes a la ciudad superior, se estancan en actividades sin posibilidad de avance aparente, obteniendo no menos que los aspectos de la larga lista mencionada previamente. Desde diferentes posiciones, todo gira entorno a la capacidad económica materializada en la acumulación de capital, el ser-máquina creado por el hombre y en un principio a su servicio es ahora gobernante hasta del más fuerte.
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